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viernes, 12 de agosto de 2011
El error.-
Hace dos años, un matrimonio me contrata para asistir a su hijo que se encontraba detenido por haber cometido un grave delito. Tomo los datos pertinentes y dos días mas tarde me dispongo a concurrir al penal donde se hallaba alojado mi ahora defendido.-
Ese día se me hizo bastante tarde y llegue al penal de Marcos Paz cerca de las 17:30 hs. Era invierno, por cuanto ya estaba oscureciendo. Recuerdo que era invierno y hacia un frío tremendo, máxime por aquellos pagos tan abiertos y desolados.
Desde el estacionamiento, donde se encuentra la puerta de acceso al complejo, hasta el modulo pertinente donde se aloja el detenido el tramo es variable. Mi cliente se hallaba en el modulo 5, y por tal motivo debia caminar un equivalente a 4 cuadras hasta llegar.-
Una vez en el modulo 5, me anuncio y aporto los datos del detenido, sin su apellido materno, pues no lo recordaba. El personal carcelario me avisa que por el horario haría una excepción, pues a las 6 de la tarde se hace el recuento y cambio de guardia, y por eso iba a tener que esperar para salir casi hasta las 7 de la tarde. Le conteste que no había problema, puesto que tenia mucho que conversar con X.-
La sala de profesionales queda en el medio de un sector, que tiene por acceso un largo pasillo y dos grandes puertas de reja que impiden el paso por cada extremo.
Me acomodo en el asiento tras un pequeño escritorio, de frente a la puerta.
Minutos después un oficial me avisa que había llegado el detenido y que cuando terminara, tocara el timbre para que lo vinieran a buscar. Le digo que lo hiciera pasar.
Ingresa un muchacho de aspecto joven, muy alto, al cual no podía verle completamente la cara dado que traía una campera con la capucha puesta y mirando hacia abajo.-
Se sienta, se cruza de brazos apoyándolos en el escritorio sin levantar nunca la mirada. Solo podía ver una tez blanca, con nariz recta y unos cabellos rubios que escapaban de la capucha. Esa fue una primera señal de alarma, ya que ambos padres eran morochos. Seguí adelante y lo salude por su nombre, a lo que solo respondió con un hola. La situación era tensa, pero acostumbrado a tratar con estos personajes, seguí con la que tenia que hacer.
Comencé presentándome y manifestando que me habían contratado sus padres para asistirlo en el juicio que se celebraría el próximo mes. Escuchó sin prestar atención y sin encontrar mi mirada ni por un segundo. Ya un poco fastidiado, le dije si me estaba escuchando y si entendía lo que decía. Ante ello, me sorprendió incorporándose de su silla, apoyando las manos en el escritorio y acercando su cara hasta donde yo estaba. Me quede quieto y en calma. Pude ver por primera vez su cara blanca y sus ojos azules profundos. Con una mueca de muy pocos amigos y sonriendo en forma maliciosa me dijo “te equivocaste flaco, a mi me condenaron hace cuatro meses por homicidio”.
Intente mantenerme inconmovible y le pregunte nuevamente si el se llamaba XXX, respondiéndome que si, pero que no era el mi cliente. Se volvió a sentar, esta vez desparramado hacia atrás, con las piernas abiertas y mirándome fijamente. Acto seguido, metió sus dos manos bajo el pantalón deportivo agarrándose la pija, como en un acto de relajación.
Pedí disculpas y no hable mas, comenzando a guardar los papeles que tenia sobre el escritorio, cada tanto mirando de reojo los movimientos del joven que no me sacaba la vista de encima. Esto me puso muy nervioso y el debió notarlo, porque empezó a decir cosas para incomodarme. Me decía “que suerte tiene tu cliente, debes ser un fuego, lo debes atender muy bien”. Yo no contestaba nada y reconozco me costaba guardar las cosas, por cuanto decidí hacer un bollo con los papeles y meterlos en el maletín sin demora. Para llegar al timbre debía pasar por su lado y quedar aunque sea un momento de espaldas a el y eso me estaba matando. Tome coraje y le dije disculpame, ya pido que te lleven. Tras ello, con un movimiento rápido intento pasar por su lado y caminar hacia la puerta buscando desesperadamente el timbre. El se para casi al instante y me obstruye el paso. Siempre con una sonrisa perversa me dice “no te asustes, no te voy a matar”. Yo sonreí y trate de pasar, rozando necesariamente su cuerpo. El me sigue por detrás muy cerca. Cuando llego al timbre me toma la mano que me quedaba libre y me pide que no lo toque todavía, que podíamos aprovechar el tiempo. Me quede inmovilizado corriéndome un sudor frío por la espalda. Al ver mi reacción, se acomodo detrás mío, flexionando un poco sus rodillas para acomodar su paquete en mi culo y tomándome por el cuello con la otra mano. Juro que inconcientemente empuje mi cola hacia atrás para sentirlo mas fuerte. El empezó un viven hacia delante y atrás y la mano que me sujetaba el cuello la subió a mi boca metiéndome dos dedos. El aroma de su mano, que minutos antes había agarrado su pija me transporto al placer. Comencé a chupar sus dedos desenfrenado y a jadear como una perra. Se bajo el pantalón y rápidamente me di vuelta y me arrodille. Comencé a chupar como un desesperado esa poronga, metiéndomela hasta el fondo. Era una pija normal, de unos 18 cm pero muy gruesa, con unos huevos cubiertos de abundante vello rubio que le caían pesadamente entre las piernas casi sin vello. Se los chupe también uno a uno y luego los dos juntos. Me pagaba con la pija en la cara, mientras me decía que era su día de surte, que se había encontrado un buen puto.
Note que se le empezaba a hinchar la verga, que estaba por explotar y por eso me detuve. No quería que terminara ahí la cosa. Me miro y me dio un fuerte cachetazo que me hizo caer al suelo de costado. Me tomo del pelo y acerco su pija de nuevo a mi cara, metiéndomela con furia, cogiéndome violentamente la boca hasta depositar su leche directo en mi garganta. La sacó y ocupó el lugar con 4 dedos de la mano que buscaban su leche en las profundidades.
Me levanto e intento escupir lo que quedaba de su leche, agachándome para hacerlo. Estaba en eso cuando siento que levanta mi saco por detrás y tironea el pantalón hacia abajo. No entiendo porque, pero automáticamente me desabroché el cinturón y finalmente tenia el pantalón y los calzones por los muslos. Cuando siento que me puerteaba el ojete con su pija lubricada por su leche y me saliva, le pedí por favor que espere, me di vuelta y se la chupe, buscando en mi billetera un forro. Se lo puse y me puse en 4. Dos chirlos fuertes en las nalgas y me la enterró. Seguramente hacia mucho no la ponía y venia muy cargado porque nunca se le bajo y con unas diez o doce profundas embestidas acabo nuevamente. Tenía el culo muy dolorido por la poca lubricación. Ató el forro y se lo metió en el bolsillo. Ambos nos vestimos. El se dirigió al timbre y lo hizo sonar. Cuando sentimos que se abría la reja de acceso al sector, se dio vuelta y me dijo “si volvés a visitar a ese puto, pedí por mi y te cojo de nuevo”. Al llegar el carcelero, le comente el error. No sabia como pedirme disculpas y me pregunto si había tenido algún problema. Le dije que ninguno, que habíamos aprovechado el tiempo para asesorarlo sobre su causa. Le dije que esperaría hasta que traigan a mi cliente. Nuevamente se disculpo por el error.-
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